María Luisa Martell Contreras
Mtra. en Antropología Sociocultural
Cronista Municipal
Quiénes se han interesado en conocer la historia de la fundación de la villa de Córdoba en 1618, identifican como una de las fuentes primigenias la obra del padre José Antonio Rodríguez y Valero, “Cartilla Histórica y Sagrada, descripción de la villa de Cordova y Gobierno de su Santa Iglesia Parrochial”; la cual fue impresa en 1759, es decir, 141 años después de que se estableciera la villa.
Las motivaciones de Rodríguez y Valero surgen de su necesidad por destacar las particularidades de la villa de Córdoba en cuanto a los motivos de su fundación, los privilegios con los cuales contaron sus fundadores, la construcción de su primera iglesia, sus festividades religiosas, eventos naturales acontecidos; así como, los religiosos, alcaldes y demás personas que contribuyeron al desarrollo de la villa en sus primeros años, entre otras cosas.
En ese sentido, la cartilla de Córdoba no solo se distingue por el trabajo de recopilación y descripción realizado, sino también, por formar parte de la colección de escritos impresos por la Bibliotheca Mexicana, editora creada en 1755 por el clérigo y catedrático de la Real y Pontificia Universidad de México; Juan José de Eguiara y Eguren.
La Bibliotheca Mexicana tuvo como propósito recopilar textos de tipo científico y literario producidos en la Nueva España, contemplando escritos elaborados desde el momento de la conquista hasta el año 1755, en el que se da a conocer el primer ejemplar. Para cumplir con este objetivo, Juan José de Eguiara y Eguren se dio a la tarea de reunir todos los materiales e información posible, llegando a completar datos de más de dos mil escritores novohispanos.
Si bien es cierto que la intención original de Eguiara y Eguren surge, por refutar el señalamiento hecho por el presbítero español Manuel Martí decano de Alicante, quién menospreció y puso en duda el intelecto de escritores y pensadores de la Nueva España, a través de una de sus cartas dirigida a un amigo suyo quién estaba decidido a viajar a América; argumentando que en este lugar de indios, de barbarie, no podría encontrar ni bibliotecas, ni gente “culta”, mucho menos maestros y universidades; la compilación lograda en la Bibliotheca Mexicana echa abajo la idea generalizada (desde la perspectiva europea) de la incapacidad intelectual y cultural de la Nueva España.
Así pues, la recopilación de Eguiara y Eguren incluyó las obras ya publicadas, así como, manuscritos inéditos de todos los autores nacidos en la Nueva España de los que tuvo noticia. Al mismo tiempo este mismo editor, agrego textos de los escritores, datos biográficos e información que posteriormente fue el referente para otras impresiones y colecciones.
En la bibliografía referida por Eguiara se pueden encontrar nombres como el del virrey Antonio de Mendoza, la poetisa Sor Juana Inés de la Cruz o el religioso Fray Bartolomé de las Casas. En muchos de los casos el editor, se dio a la tarea de incluir las fuentes bibliográficas mismas que sirvieron para otras ediciones.
A pesar del arduo trabajo realizado por Eguiara, tanto en la búsqueda como en la recopilación de todos los manuscritos que pudo ubicar, lo que resultó en la impresión de un primer volumen que abarcaba de la A hasta la C; así como las fichas por autor que llegaron a la letra P (elaboradas por él mismo), este editor no pudo más que disfrutar del logro de la publicación de este primer tomo, pues en 1763 lo sorprendió la muerte. En la actualidad los escritos conservados solo llegan hasta la letra J, los cuales, después de haber estado un tiempo en la Biblioteca Metropolitana, finalmente llegaron a manos de un historiador a través del cual los originales se trasladaron a la Universidad de Austin, Texas. De este material se sabe, que existe una copia en la Biblioteca Nacional de México.